jueves, 7 de octubre de 2010

Back and Forth

Pues bien, nos fuimos a Australia. Nos tomamos el Airbus al aeropuerto en hora, hicimos el check in en hora, me hicieron un escaneo de explosivos en hora (¿?), nos tomamos un café despabilador en hora, y, oh sorpresa, mirá la pantalla! Último llamado del vuelo 1182 a Sydney! Corrimos a la puerta para abordar y fue al pedo: toda la gente seguía ahí esperando.

La gente de aduana del aeropuerto fue de lo más cordial:
Yo: Buen día. Qué tal? (le entrego mi pasaporte y tarjeta de declaración de porquerías comestibles. Silencio.)
Señora sesentona: (resopla fuerte, como enojada) Dónde te vas a quedar?
Yo: en un backpacker, en el centro
Señora sesentona: (tono de maestra enojada) en cual?
Yo: no lo sé todavía.
Señora sesentona: (más enojada) necesito una dirección, me tenés que poner un teléfono, que nadie entiende que tienen que poner un teléfono?
Yo: Tengo un número de Nueva Zelanda, no sé si acá sirve.
Señora sesentona: escribilo, es mejor que nada. Si yo me tengo que contactar con vos como hago?
Mi cabeza: pues no se contacte, si a mí no me interesa contactarme con ud. / use la dirección de mail, para qué me la piden si no?

Llegamos al centro y caminamos bajo el sol con nuestras mochilas a cuestas durante largo buscando hostel. Hasta que decidimos volver al primero que habíamos visto. Caminamos por el Hyde Park, tomamos mate ahí mismo, fuimos a la Mary’s Cathedral (un edificio de puta madre, se ve que jesuso tiene guita), luego seguimos por el lado del centro cívico. En el camino vimos muestras del Art and About, que es un ciclo de arte que están haciendo por las calles: hay muestras fotográficas en el parque, estatuas vestidas de colores por la calle y alguna que otra cosa más copada como la orquesta del Opera House tocando en la puerta del teatro gratis.

El segundo día hicimos un tour caminando con una piba de Sydney, estudiante de arquitectura. Bastante piola, nos llevo por varios lugares explicándonos un poco de historia de todo lo que veíamos, contándonos cosas que se podían hacer en la ciudad, etc. Pero me dedicaré en este post a los highlights. Los detalles los contaré en persona con fotos y mate de por medio.

Sydney es una ciudad muy linda y muy cara. Los australianos son bastante lavish: compran, gastan, compran, gastan. No todos son muy copados aunque algunos sí. Durante la búsqueda de hostel me pararon 3 personas que me vieron en una esquina con el mapita y me preguntaron si estaba perdido, si necesitaba ayuda.

El Opera House casi me saca un lagrimón, le expliqué al Búho (Guille): hace años que vengo viendo esto en la tele, que lo vengo viendo en el diario o revistas, hace años que lo doy como tema en el trabajo en las unidades que hablan de travelling (típico de coursebook) y finalmente estoy acá! Hay que reconocer que no es la gran cosa, pero es un landmark icónico.

El harbour bridge lo crucé a pie. Super cagazo, creo que este viaje está aumentando mi vértigo, pero me probé a mí mismo que podía (el que no me cree, tengo fotos para demostrarlo). A la ida lo crucé de lejos de la baranda, a la vuelta me dije a mí mismo que tenía que superarlo y volví por el lado del agua. Yay por mi!

Tanto Sydney como Melbourne tienen un barrio chino. La comida ahí es genial y las porciones abundantes, así que ténganlo en cuenta para cuando vayan. Díganle sí a la comida asiática! Pero también díganle sí al canguro! Obviamente que me mandé un cangurito, tenía que probarlo (sí, Lila, yo sé que para vos está mal, que pobre canguro, que pobre llama, pero bien que al conejito del tío Miguel le entramos sin asco). El canguro se come casi crudo porque si no se pone duro como cuero. No tiene casi grasa y es bien sabroso. La segunda vez compramos unos filetes en el supermercado y lo preparé con puré a la sudafricana.

Sydney compite con Melbourne para ser “más cultural.” Aparentemente Melbourne siempre fue más cultural que Sydney y los últimos le hacen la contra para ganarles porque se odian mutuamente. Los de Sydney estan con esta muestra llamada Art and About y mini recitales en lugares como Manly.

Melbourne es copado. Tiene por ahí cerca una ruta que se llama Great Ocean Road que pasa por algunas playas importantes y te lleva a los Twelve Apostols, que ya no son 12 porque se cayeron varios. El conductor de la camioneta casi nos mata un par de veces, pero yo se la devolví en el papelito de opinión que circuló para saber la opinión de los clientes. Igual buena onda el flaco.

Ahora en Auckland. Como en casa. Pero sin trabajo. La semana que viene Tailandia. Y adiós Nueva Zelanda. Sniff sniff. Me quiero ir? No sé.