miércoles, 3 de marzo de 2010

De Pitos y Flautas

Bueno, no hay mucha novedad para contar más que algunos detallines quizá simpaticones. En cuestiones generales, Fede ya superó su alergia a los bed bugs. El domingo fuimos a una playa nueva que queda para el norte y está rodeada por sierras. El paisaje es mucho muy bonito y la playa otro tanto. Subiré fotos en breve ya que flicker me permite cargar solo 100 megas por mes y en febrero ya los superé. El trabajo? Bien, gracias. Es pesado, cansador e interminable, pero la paga es buena y los cuerpos ya se están acostumbrando. Nos hemos hecho amiguillos de nuestros compas de lonas blancas, así que como hay buena onda es mucho más llevadero.

Seguimos en el mismo hostel donde nos sentimos muy cómodos aunque surgieron un par de episodios semi-hostiles que no pasaron a mayores y luego tuvieron un final Disneyco; a saber: martes por la noche, cansancio, cena sanguchezca y llenadora, sobran dos sándwiches que descansan en un plato sobre la mesada de la cocina. Entre pitos y flautas (tenía ganas de usar esa frase) cocinamos el almuerzo para llevarnos en viandita al día siguiente como se ha hecho costumbre. El potencial almuerzo consistía en rebozados de pescado (chicos, recuerden que hay que comer pescado que hace bien) con puré de papas. A las 5.30 am del día siguiente (porque somos unos chicos muy madrugadores y salimos a correr una horita antes de ir a clavar lonas entre medio de manzanos sobrecargados del fruto prohibido - tan colorados como la nariz del señor Federico G luego de un día de trabajo bajo el sol - y manzanas podridas que huelen a sidra vieja – nótese el uso de la ironía) durante un desayuno adormecido descubrimos que nuestros tostados de panceta y queso habían sido aprovechados por personas ajenas a los que se habían tomado el trabajo de prepararlos. Incluso habían dejado solo dos o tres papitas fritas nomás. Dos o tres!!! Que cararrotez! Entonces yo, quien escribe, en un ataque de ira matutina y malhumor por el descubrimiento de que MI comida había desaparecido, decidí dejar una notita que transcribo a continuación: I hope you have enjoyed MY sandwiches… Y así es como entre otros tantos pitos y flautas nos fuimos a trabajar al campo. Todo transcurrió sin pena ni gloria (porque los primeros días fueron sin duda alguna muy similares a una tortura) hasta que llegó la hora del almuerzo (que es, mejor dicho, media hora). En ese momento no se hizo presente la gloria pero si un poco la otra cuando nos dimos cuenta de que nos faltaban dos rebozados de pescado. Ahora imagínense la situación: yo hambriento luego de haber estado toda la mañana trabajando, regocijándome mentalmente en lo que sería mi almuerzo cuando el viejo pasara gritando “smokoooooooooooooo!” y el momento de la epifanía en el que descubrimos la falta de esos tan esperados trozos de imitación de pescado. Ustedes se imaginarán lo que pasó en mi cabeza y lo que salió de mi boca en ese momento.

La cuestión es que al llegar esa tarde al hostel, dos personas que estaban sentadas en el porche me dicen “vos sabés quién se comió los sándwiches?” a lo que respondí que no y aclaré que esos sándwiches eran míos (y de Fede, claro) y que yo había dejado la nota. Muy sorprendida la chica me responde “en serio?? Todo el mundo está preguntando quién se comió los sándwiches.” Claro que creímos en ese momento que era una exageración hasta el momento en el que pusimos un pie en la cocina y Sonja (la chica alemana que recordarán por el sobrenombre de Videlita) nos dice que habían visto la nota y bla bla, se me acerca Manni (el dueño del hostel) saltando y cantando “yo sé quién fue, yo sé quién fue!” pero no pude sacarle ningún nombre a pesar de mi promesa de no decirle a nadie, sólo me dijo que tendría que ver el video para creerlo (hay una cámara en la cocina) y, claro, todo eso llevó a conjeturas bizarras como “seguro fue el irlandés que le agarró el munchis porque vive fumado,” o “quizá fue uno de los ingleses, porque… toman posesión de cosas que no les pertenece como las Malvinas” (¿???) o incluso “seguro fue Laura porque, además de inglesa, tiene cara rara.” Cosas que en retrospectiva suenan muy idiotas, pero que uno no puede evitar pensar.

Minutos más tarde, saliendo de nuestra nueva habitación (porque Sonja nos asignó su habitación favorita porque le caemos de re chupete), nos cruzamos con Phil, el amigo de Laura que también es inglés y muy copado, y empieza a disculparse por haberse comido los dos pedazos de pescado, alegando que estaba tan ebrio que ni siquiera recordaba habérselos comido pero que cuando fuera al supermercado nos iba a comprar rebozados de pescado para reponer las sustraidas. Le dije que nos imaginábamos que habría pasado algo así, que no se hiciera problema porque el pobre estaba muy apenado (“apenado” es una palabra que me es un tanto ajena, pero no encuentro otra mejor) y seguí mi camino hacia la cocina cagandome de risa por la situación. Ahí había una congregación de alemanes junto con el dueño del hostel que me ve riéndome y me pregunta qué había hecho como si fuera un niño luego de una travesura. Le comenté lo que había acontecido segundos antes y me respondió que la persona que habíase engullido los tostados se disculparía en breve, pero todavía estaba la incógnita de quién habría sido…

El día transcurrió dentro de sus cauces normales, salvo por Pam, una norteamericana que se sale del molde preestablecido en nuestro consciente colectivo debido a su interés por la lectura. Sí, algunos norteamericanos LEEN. Y no sólo eso, lee LIBROS! Lo llamativo en ella ese día no fue el hecho de que leyera, sino que apareció de una forma esquizoide, portando un ojo hinchado cual Cuasimodo, con una langosta muerta en la mano y una actitud de adicto en rehabilitación que vende pepas en el tren de la línea Mitre. Aparentemente la langosta la pescó ella solita con sus manecitas mientras buceaba. En el momento en el que me ofreció langosta se me prendió una llamita de sospecha que se confirmó al día siguiente cuando se acercó a Fede y a mí, todavía luciendo su ojo mocho, para pedirnos disculpas por haberse comido los sándwiches. La pobre santa no paraba de disculparse y hasta incluso nos ofreció pescarnos unas langostas la próxima vez que fuera a bucear. Veremos si cumple porque ahora la quiero probar…

Esa misma noche charlando en la cocina con Phil (leer arriba si no recuerdan quién cojones es), le pregunto por su receta para hacer pies (léase: /’pais/) ya que en ese momento estaba cocinando dos y ya lo había visto en otras ocasiones cocinarlos.
Rápidamente me empapé de su técnica para hacer la masa y el relleno que, según él, es cualquier fruta que le quieras poner con mucha azúcar. Entre otros tantos pitos y flautas, me doy vuelta un segundo y el saca sus pies del horno, me extiende uno y me dice “this is for you for eating your fish.” El pobre santo nos había hecho un pie de duraznos con la inscripción “sorry” en el. La idea era merendarlo al día siguiente luego del trabajo y poder compartirlo con él, pero no pasó de ser más que una idea porque cuando volvimos del trabajo al día siguiente, alguien se había comido tres cuartos de nuestro pie…. Chicos, si tiene un “SORRY” tallado en la masa, es evidentemente el pie de alguien más! Pero bueno, son cosas que pasan.

En otras áreas del día a día en Napier, anoche fuimos al cumpleaños de Luisa, una argentina que trabaja con nosotros. Luisa, Christian (el novio), Fede y yo salimos a tomar algo (los otros compas de trabajo no fueron). Los chicos del hostel fueron casi todos a un bar que se llama Thirsty Whale, que estaba justo enfrente a Shed (el bar en el que estábamos nosotros), y quedamos que después de pasar un rato por el cumple íbamos a pasar otro rato por Thirsty Whale. Al final todos los que estaban en Thirsty Whale se fueron para Shed, así que no nos tuvimos ni que mover para cruzar la calle. Dato de color: los hoodies are not allowed (los buzos con capuchas) porque “no se te puede ver la cara” me dijo el de seguridad cuando le pregunté por qué no (explicarle que no pensaba ponerme la capucha adentro del bar fue completamente en vano). Dato de color #2: la vida nocturna acá termina a las 3 am como una exageración.

Ahora, domingo, todo el mundo anda de lo más campante mientras nosotros les rompemos esa alegría inocente diciéndoles que hay alerta de tsunami por el terremoto en Chile. Necesito lavar ropa, pero luego me dije a mí mismo “cuál es el punto si se va a terminar mojando de todas formas?”

Más novedades más luego.

Cheers!

1 comentario:

  1. Alegría saber de sus colores!

    Esúpido alcohol consecuente delictivo... Que tristeza el plato vacio.
    Pero como dicen, una puerta que se cierra y otras con pais se abren; tu sonrisa disculpadora es muy efectiva.

    Acá yo parada bajo la lluvia.

    Visualizo el pompon rojo de sol sobre la piel del inocente... Me gustaría abrazarlos como arbol! estan creciendo mucho ¿no? y ya algo se nota el tiempo, y los kilometros.
    Me alegra su alegría cariños!

    Pau

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