sábado, 15 de mayo de 2010

la tercera es...

En mi último post les contaba que habíamos decidido tomar la decisión adulta de elegir Auckland entre la encrucijada Auckland-Coromandel. Llegamos a Auckland en nuestro querido auto (manejé en Auckland, cosa que pensé que nunca haría porque es una ciudad grande, y descubrí que pelotudos al volante hay en todos lados), y nos reencontramos con nuestro querido hermano Lambfucker menor. Al día siguiente de la cena con los tíos nos fuimos a recorrer talleres en manada para demandar un arreglo medianamente costeable porque la idea de soldar la rajadura del radiador no nos terminaba de convencer. Luego del primer presupuesto de 440 dólares por la instalación de un radiador nuevo y varios llamados a distintos distribuidores de autopartes, habiendo descubierto en el camino que si el vidrio de tu puerta tiene marco hasta arriba de todo es importante para saber si el radiador disponible sirve para tu auto (¿??), encontramos a un señor que nos vendía un radiador nuevo por 220 dólares y llevamos a hacerle la instalación a otro taller por 50 dólares. Recuerden que siempre es importante saber el número de chasis al momento de llamar a su autopartes vendor amigo.

En esos 3 días que estuvimos en esa ciudad tan grande, Alejo estaba intentando decidir si venia con nosotros a viajar o se quedaba a seguir probando su suerte. La resolución fue irse con nosotros para buscar trabajo, por lo cual hubo otro cambio de planes: en lugar de irnos a Northland, volvimos a Bay of Plenty en busca del kiwi prometido. El motivo fue sencillo: sabíamos que acá estaban buscando gente porque aparentemente se fueron muchos del picking y teníamos amplias chances de conseguir trabajo.

Nos encontramos con Amelie y Clement, los de la rama francesa de la familia putativa, y nos dijeron que ellos estaban parando en una casa cerca de Te Puke por 80 kiwachos a la semana. Matanga! Nos vinimos con ellos a este lugar que es una especie de casa-hostel donde hay gente de varias nacionalidades, muy copados algunos, y donde el dueño, que viene un rato por día a la casa, es muy solícito y nos intenta ayudar para conseguir trabajo.

Tenemos como 3 ó 4 ofertas para juntar kiwis, pero nuestro timing (o nuestra yeta si se quiere) nos juega en contra: llueve desde que llegamos, y el kiwi se levanta cuando está seco solamente, así que no nos queda otra más que esperar. Ni lentos ni perezosos, nos fuimos a recorrer todos los packhouses de la zona para ver si necesitaban gente. Como siempre, algunos fueron soretudamente asquerosos, y otros fueron muy amables y nos pidieron los datos para ponerse en contacto con nosotros en caso de necesitar trabajadores.

1 comentario:

  1. Qué nombres graciosos que tienen las cosas allá... I will never get over Piha. Mucha suerte en la búsqueda laboral!! May the rain stop and the kiwi-employers call you! Besos a los tres!!

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