martes, 22 de junio de 2010

Análisis Sintético

Nota: La siguiente entrada de blog fue escrita pura y exclusivamente en castellano para evitar malos entendidos, embarazos no deseados y pérdida de memoria por contusiones auto infligidas.
Post Nota: Recuérdese siempre leer este blog con humor. Nótese el recurso del sarcasmo. (eso va sobre todo para vos, madre, que vas a pensar que estoy deprimido y tirado en una alcantarilla llorando y desplegando lástima, y náa que ver, gordi!).

Todo comenzó cuando un buen día mi queridísimo amigo del alma Alejo terminó por convencerme a sumarme a “un año en el exilio” como lo llama él. Vinimos con la promesa gorda de una América en miniatura en donde hasta los latinos podíamos trabajar de casi cualquier cosa siempre y cuando nuestro nivel de inglés nos acompañara. Pero no todo esto es culpa de él (Ale, te queremos!), también tenemos que agradecerle a Silvia, la gorda puta de la empresa de viajes, que nos vendió espejitos de colores (gorda puta, a vos sí que no te queremos). De todas formas nosotros somos bastante pelotudos por haber comprado los espejitos, verdad? Somos gente grande y con uso de razón. Pero (tantos “peros” siempre…) la idea era tener la experiencia, y la estamos teniendo. No todo es color de rosa, o celeste, o naranja, pero (otra vez) tampoco todo huele a mierda.

En Nueva Zelanda hemos hecho cosas que nunca imaginamos que haríamos, a saber: desplegamos, atamos, corrimos, sacamos, y doblamos lonas refractarias; podamos árboles de pelones; atamos ramas de manzanos; buscamos trabajos de ingenieros industriales, de primeros ministros, de capitanes de balsas improvisadas para traer samoanos ilegales y hasta de lavacopas; juntamos kiwis; y estuvimos a punto de podar viñedos. En Cristoiglesia improvisada los tres empezamos a trabajar por “acomodación” como dicen algunos latinos, es decir, limpiamos inodoros, hacemos camas, aspiramos polvo que no le llega a los talones al de Colombia, y limpiamos cocinas recubiertas por gruesas capas de mugre, y todo por la módica suma de una cama y, en mi caso, un chegusán. Alejo consiguió trabajo en Telstra, como sabrán si es que siguen su blog, que es una compañía de telecomunicaciones. Su rol es de atención al cliente, lo cual no es tan malo porque acá la gente difícilmente te putee por teléfono por las inoperancias de la empresa. Hoy empezó el training y no volvió muy contento, pero cuando empiece el trabajo real y a cobrar confío que le va a cambiar el ánimo.

Con Fede conseguimos un trabajo puerta a puerta para reclutar colaboradores para Salven a los Chicos (vieron que bueno que soy que se los traduje?) y no lo tomamos. Fede tuvo su segunda prueba en el local de souvenirs y le avisan recién mañana qué es lo que pasa. Yo por mi parte me fui con Mara, una chica uruguaya con la que trabajamos en el otro hostal, al hospital de Christchurch para romperles las pelotas a los de limpieza para que nos den trabajo limpiando coágulos de sangre y pedazos de hueso de los quirófanos.

A Mara la heredamos cuando las 3 amigas uruguayas se fueron para Blenheim (la ciudad de la pocilga de la cual huímos) a hacer unos mangos. La más grande de estas chiquilinas tiene 19 años; terminaron el secundario y se mandaron para el lugar que mi madre denomina como “el otro culo del mundo”. Las conocimos en el hostal donde trabajaba Ale, que es donde ahora trabajo yo. Después trabajamos con ellas en el otro hostal y compartíamos cuarto con dos de cuatro. La cuestión es que Marita se quiso quedar y así lo hizo. Qué ovarios para sus 18 años! Nos fuimos los dos al hospi y nos atendió el mismo chinito que nos había dado los formularios la primera vez, sólo que esta vez puso cara de “otra vez acá!?!?!?). Pos claro, m’hijo, a mi me dijeron que acá había que insistir, yo entonces insisto. De más está decir que no había nada disponible.

Luego de este micro episodio nos dividimos, yo me iba para un lado a hacer fotocopias para repartir en los institutos, y Mara se iba para el otro lado a repartir en locales. El problema más grande que tiene este país es la carencia total de guías T. Yo emprendí el camino hacia la fotocopiadora en un rumbo 90 grados opuesto al de Mara para darme cuenta dos cuadras después que los 90 grados habían devenido en 0 cuando me encontré con Mara otra vez en una esquina. Hice mis fotocopias, agarré mi mapita, la birome roja que ya es famosa por la cantidad de 2 que escribió, mi listita de institutos de inglés, y empecé a caminarlos.

(continuará…)

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